Otoño: ¿Caen las hojas, pero también la salud?

  • Gripe o influenza: ante los primeros síntomas, consultar con el médico de cabecera.
  • Nunca hay que dar a los niños medicamentos sin receta, ni remedios caseros o tés de ningún tipo.


En la transición estacional del verano al otoño, el organismo se enfrenta a las primeras bajas temperaturas, y con la humedad aumentan la circulación de virus, principalmente respiratorios. Es por ello que se recomienda proteger a los más vulnerables de la casa. Los hijos.

Las infecciones respiratorias son producidas en los pulmones, bronquios o laringe de los bebés y dificultan la respiración. La forma más habitual de contagio es a través de las gotitas de saliva de una persona enferma que tose o estornuda cerca del niño. Y también a través de las manos contaminadas con un virus.

Es importante sostener las medidas de prevención todo el año. Las más importantes son el lavado correcto de manos con agua y jabón, el mantenimiento al día del carné de vacunación para cada edad y sostener la lactancia materna (la leche materna contiene todas las vitaminas y nutrientes que el bebé necesita en los primeros seis meses de vida, como mínimo). Estas prácticas, a su vez, son universales y necesarias para reducir no sólo la incidencia de las enfermedades respiratorias, sino de un gran número de patologías.

Para los cuadros respiratorios es recomendable evitar los cambios bruscos de temperatura, airear los ambientes por lo menos cada dos horas, evitar el uso de aerosoles y el humo de cigarrillo, que son irritantes de las vías respiratorias y no estar en lugares muy concurridos con niños menores de un año.

Además, es importante enseñar “cómo toser y estornudar”, tapándose boca y nariz con el pliego interno del codo y consultar en forma precoz ante la presencia de síntomas. Ante esto último, hay que evitar la automedicación. 

El adulto es el primero que debe recordar el lavado de manos y cuando hay niños o bebés no hay que dejar de hacerlo después de llevarlos al baño o cambiar pañales.

Los síntomas en los niños incluyen fiebre, tos o dificultad respiratoria. Los bebés pueden mostrar aleteo de la nariz (que pone de manifiesto respiración acelerada), ronquido o silbido, o hundimiento del tórax. Otras manifestaciones son: agitación, rechazo del alimento, o vómitos.

Nunca hay que dar a los niños medicamentos sin receta, ni remedios caseros o tés de ningún tipo.