Cada 12 de setiembre se conmemora el “Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos”, en conmemoración de primer donante cadavérico y posterior trasplante de órganos, realizado en 1992.
El ejemplo de humanidad,
altruismo y generosa dación del Dr. Marcos Aguayo, es un legado que debe ser
evocado año tras año, para que las sucesivas generaciones de paraguayos tomen
conciencia del valor y significado de la donación de órganos y tejidos, y
asuman el compromiso formal de no permitir que en el futuro ningún compatriota
pierda la vida por falta de donantes. Por ese motivo, el Instituto
Nacional de Ablación y Trasplante hizo la recordación de este primer trasplante
y que motivó la promulgación de la Ley N° 5.602/16. Conjuntamente con el IPS y
organizaciones de la sociedad civil, el acto presentó experiencias de vida de
familiares de personas fallecidas y que tuvieron la difícil decisión de donar
los órganos de sus seres queridos. Es el caso del Sr. Carlos Cáceres,
cuya esposa falleció en 2016 y con quien tuvo dos hijas, hoy ya mayores de edad.
Cáceres llevaba 23 años de casado con su
esposa cuando un aneurisma terminó con la vida de la mujer. “Llegó un momento
de profundo dolor y lo que hice con mis hijas fue hablar. A veces, no queremos
aceptarlos, pero tenemos que hablar sobre la donación de órganos en el entorno
familiar. Hoy sé que ella le dio una nueva vida a otra persona”, expresó. Igualmente, Gloria de Viveros, es
una donante viva que dio un riñón para su marido, quien padecía diabetes. Refirió
que el gesto de amor máximo es dar una parte de sí mismo para el bienestar de
la familia. Hoy, su marido lleva una vida plena, activa y por sobre todo sin
los achaques de la enfermedad que le produjo el deterioro del riñón y que lo
tenía atado a una máquina de diálisis.
Del acto fueron participes el Dr.
Nicolás Aguayo, hermano del Dr. Marcos Aguayo; el Dr. Nelson Arellano por el
INAT y el Dr. Felipe Fernández por el IPS. Las autoridades hicieron énfasis en
los beneficios que tendrá la recientemente aprobada “Ley Anita”, que indica en
sus modificaciones que todo paraguayo es donante, a partir de los 18 años, a
excepción de aquellos que dejen expresamente por escrito su negación a este
acto.