Ante la situación de emergencia por la que atraviesa nuestro país, el Ministerio de Salud, a través de la Dirección de Salud Mental, realiza actividades de apoyo psicosocial dirigidas a las poblaciones desplazadas y viviendo en refugios.
Las asistencias se manejan en modalidad de apoyo sicosocial en grupo, de manera sostenida y sistemática, focalizado en niños, niñas, adolescentes, adultos mayores y personas con discapacidad, como requiere la atención de salud mental en situación de emergencias.
Cabe destacar la importancia del apoyo o contención emocional de las personas afectadas para evitar el aumento del consumo de sustancias, aumento de intentos y suicidios, posterior aparición de trastornos de estrés post traumático, aumento de situaciones de violencia, entre ellas el acoso y abuso sexual entre otras.
¿Qué ocurre con las poblaciones desplazadas?
En situaciones de desastres y emergencias, se produce un deterioro del tejido social, una pérdida de la estructura de la vida familiar y un incremento de los signos de sufrimiento psicológico, como la aflicción y el miedo, que pueden aumentar la morbilidad psiquiátrica y otros problemas sociales.
Según sea la magnitud del evento y demás factores, se estima que entre la tercera parte y la mitad de la población expuesta sufre alguna manifestación psicológica; aunque no todas pueden calificarse como patológicas, la mayoría deben entenderse como reacciones de adaptación ante situaciones de gran significación o impacto.
Los adultos y niños en situaciones de emergencia padecen una gran variedad de problemas mentales, neurológicos y de trastornos relacionados con el uso de sustancias psicoactivas. La mayoría siente pesadumbre y dolor psíquico agudo, que se consideran respuestas psicológicas normales y pasajeras a situaciones muy adversas. Sin embargo, en una fracción de la población estas situaciones desencadenan problemas de salud mental, como el estado depresivo, trastorno por estrés postraumático y el trastorno por duelo prolongado, que pueden dificultar enormemente el desempeño de las actividades cotidianas.
Además, las personas con trastornos graves preexistentes, como psicosis, discapacidad intelectual y epilepsia, se tornan aún más vulnerables debido al desplazamiento, al desamparo y a los problemas para llegar hasta los servicios de salud.
Después de una emergencia o desastre, los problemas de salud mental en los sobrevivientes requieren atención durante un periodo prolongado en el que tienen que enfrentar la tarea de reconstruir sus vidas.