21 de noviembre: Día Internacional de la Espina Bífida

Es un defecto del tubo neural que afecta al cerebro, la columna vertebral y/o la médula espinal. 
Ocurre si la columna vertebral del feto no se cierra completamente durante el primer mes de embarazo.
El consumo del ácido fólico por lo menos 3 a 6 meses antes de la gestación permite reducir la probabilidad entre un 50 a un 70% de los casos.


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El 21 de noviembre de cada año, se celebra el Día Internacional de la Espina Bífida, fecha que tiene como objetivo concienciar a la población sobre las vías por las cuales los defectos del tubo neural pueden reducirse, a través de la prevención primaria. Es también una oportunidad para tomar conciencia y comprender más acerca del tema y un medio para defender y promover los derechos de las personas, así como mejorar su calidad de vida.

La Espina Bífida (EB) y, más concretamente el mielomeningocele, es la malformación congénita del tubo neural más grave compatible con la vida, y la segunda causa de discapacidad física en la infancia, después de la parálisis cerebral. 

Se trata de una malformación congénita por la cual la columna vertebral no se desarrolla normalmente en las primeras semanas del embarazo. Ello provoca daños permanentes en la médula espinal y el sistema nervioso del bebé y puede dar lugar a parálisis de los miembros inferiores y a problemas funcionales del intestino y la vejiga

Para prevenirla, es importante el consumo de ácido fólico antes de los 3 – 6 meses del embarazo y durante los tres primeros meses del mismo, ya que es el momento en que se forma el tubo neural. Este suplemento está indicado para todas las mujeres que deseen quedar embarazadas, y en aquellas familias en las que existen antecedentes de mielomeningocele, la dosis de ácido fólico requerida por una embarazada es superior.

Es importante que los equipos de salud estén comprometidos con la adopción de estrategias educativas que permitan difundir esta información a mujeres en edad fértil y estén planificando un embarazo, así como también detectar mujeres con factores de riesgo (embarazos previos o antecedente familiar de mielomeningocele y/o anencefalia, madres epilépticas, etc.). 

Las personas con mielomeningocele requieren una atención multidisciplinaria e integral, en la que forman parte los especialistas pediatras, neurólogos, neurocirujanos, ortopedistas, nefrólogos, urólogos, fisiatras, fisioterapeutas, psicólogos infantiles, genetista.