Este 3 de marzo se recuerda el día internacional de la audición. Alrededor de 360 millones de personas (cerca del 5% de la población mundial) presentan pérdidas de audición que se consideran discapacitantes; cerca de 32 millones son niños/as. La inmensa mayoría vive en países de ingresos bajos y medianos.
La sordera se define como la pérdida completa en uno o ambos oídos; y por defecto de audición se entiende como la pérdida completa o parcial de la capacidad de oír.
Son numeradas varias causas entre las que podemos mencionar los factores hereditarios, infecciones congénitas, edad avanzada, exposición al ruido, uso de medicaciones ototóxicas, enfermedades infecciosas (Rubeola, Meningitis, etc.)
Existen diferentes tipos de sordera. La sordera se define como la pérdida completa en uno o ambos oídos; y por defecto de audición se entiende como la pérdida completa o parcial de la capacidad de oír.
La repercusión más evidente de la pérdida de audición en la niñez tiene que ver con la adquisición del lenguaje, pero el trastorno también afecta al aprendizaje en su conjunto y al desarrollo de aptitudes y actitudes sociales, incluida la autoestima. La pérdida de audición no tratada a menudo se acompaña de un rendimiento académico deficiente, que puede desembocar en un peor rendimiento profesional y, más adelante, en la disminución de las posibilidades de empleo.
Expertos en el ámbito refieren que la discapacidad auditiva puede prevenirse con medidas de salud pública como la vacunación y prácticas seguras en materia de higiene del trabajo.
El problema auditivo puede tratarse apropiadamente mediante la detección temprana. El tratamiento depende de la causa y puede ser médico, quirúrgico o mediante implantes cocleares o audífonos.
En los bebés y los niños/as menores de edad, el diagnóstico precoz y el tratamiento oportuno evitan problemas con la adquisición del lenguaje y el aprovechamiento escolar.
La OMS sugiere algunas estrategias de prevención sencillas:
Fuente: OPS/OMS
